Ludwig Borchardt, el descubridor del célebre busto de la reina egipcia, hizo trampas para que fuera a parar a Alemania
08.11.1 3 -
JULIO ARRIETA
"No sirve de nada describirlo, es preciso verlo", anotó Ludwig Borchardt en su diario el 6 de diciembre de 1912. La entrada del artefacto en el registro de la excavación de Tell El-Amarna (Egipto) era menos emocional y más descriptiva: "Busto de reina coloreado de tamaño natural". Estas son las dos primeras referencias escritas de esta obra maestra de la historia del arte, la cabeza de la reina Nefertiti, que ahora, cien años después, se exhibe en el Neues Museum de Berlín. Además de por su indiscutible y celebrada belleza, esta pieza magnífica es la protagonista de una disputa que enfrenta a Alemania y Egipto por su propiedad desde que fue presentada en público en 1924. Los métodos nada claros de los que Borchard se valió para quedarse con ella y llevársela a Alemania son los principales argumentos de la polémica.
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