Unos investigadores han descubierto un corte en la garganta del faraón que confirma la teoría según la cual fue víctima de un complot
Ramsés III, el último gran faraón, fue enterrado en la tumba denominada KV11, situada en la orilla oeste del Nilo, en el Valle de los Reyes. Sethnakht, su padre, el fundador de la dinastía XX, emprendió su construcción, aunque Ramsés III fue quien la ocupó. Durante la dinastía XXI, su cadáver probablemente volvió a ser amortajado y fue trasladado a la tumba DB320, junto a Deir el-Bahari, donde fue descubierto, en buen estado de conservación, en 1881. Sin embargo, debido a la extrema fragilidad del vendaje no se pudo conocer la causa exacta de su muerte, que ha sido muy debatida por los historiadores.
Víctima de una conspiración
Ahora, un novedoso análisis forense de la momia de Ramsés III, realizado con tomografías computarizadas (TC), ha revelado un profundo y amplio corte en la garganta del faraón, según ha anunciado un equipo de investigadores dirigido por Albert Zink, del Instituto de Momias y del Hombre de Hielo de Bolzano (Italia). Durante el estudio realizado en el Museo Egipcio de El Cairo, los investigadores también descubrieron un pequeño amuleto con el ojo de Horus que fue introducido en la herida del faraón y que, según Zink, pudo haber sido colocado por los embalsamadores con el fin de provocar su curación en el más allá. Esta investigación, publicada en el British Medical Journal, confirma la teoría según la cual Ramsés III fue asesinado (degollado), víctima de un complot organizado por Tiy, una de sus mujeres, y Pentaur, su hijo, que quería hacerse con el poder. Esta hipótesis se basa en unos papiros conservados en el Museo Egipcio de Turín, que describen un proceso judicial contra miembros del harén de Ramsés III, que pretendían derrocarlo y hacerse con el poder.
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